jueves, 21 de febrero de 2013

Ese frío que a veces nos congela el corazón


 http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/02/15/?article=1816737&z=33

Dicen que “en el mar la vida es más sabrosa”, que “en el mar todo es felicidad”. La verdad parece que en lugares de clima caliente o durante el verano sea ya junto al mar o lejos de este, la gente es más agradable y feliz. Recuerdo que la primera vez que visité Nueva Orleáns para alejarme un poquito del frío de Boston, ni bien salí del lugar donde me hospedaba una mujer en la calle me saludó con una sonrisa y comentó lo lindo que era el día. La verdad es que el clima era bastante agradable, el sol brillaba, había pajaritos cantando y yo estaba feliz de dejar atrás por unos días el terrible invierno de Nueva Inglaterra, pero sobre todo el peso emocional que el mal clima puede poner en las personas. El buen ánimo de esa mujer y de la mayoría de gente allí me sorprendió, y desde entonces estoy de acuerdo con los que afirman que la gente del Sur es más amigable. Pero también estoy de acuerdo en que nosotros controlamos nuestra actitud ya estemos en el Norte o en el Sur.

Hace unos meses atrás escribí sobre la depresión invernal y sobre el impacto negativo que el mal clima y la falta de sol tiene en las personas. Está científicamente comprobado que nos afecta, pero luego de la terrible tormenta de nieve que tuvimos, al salir a las calles de Boston puedo decir anecdóticamente que el invierno no solo deprime a la gente sino que también la puede poner de mal humor y hacerla impaciente. Estos días he visto un mal genio emocional colectivo que me atrevo a decir es causado por tanto frío y tanto hielo aparte del demandante ritmo de vida que tenemos. He visto gente joven caminando apresurada sobre veredas todavía llenas de nieve apurando a ancianos, otros siguiendo su paso deliberadamente sin considerar que vienen más personas en el mismo camino y que el paso es estrecho, y nadie cede el paso.

He visto conductores manejando rápidamente cerca de charcos de agua y hielo sin importarles si salpican o no a los transeúntes que no tienen a dónde ir. El espectáculo ha sido estremecedor La verdad no es placentero aguantar temperaturas gélidas, pero es menos agradable hacerlo alrededor de personas gruñonas y apresuradas. Nosotros no podemos cambiar la actitud de otros, pero sí podemos cambiar la nuestra y alivianar las cosas.

Es tan sencillo hacerlo como cediendo el paso, diciéndole a alguien que avanza lentamente en el hielo que no hay prisa. Ayudando a quien se le atoró el caminador o el carrito de bebé en el hielo, sonriendo a nuestro paso, permitiendo que otro conductor pase, dejando de tocar la bocina porque estamos frustrados, agradeciendo efusivamente un acto cordial. La verdad que un pequeño gesto agradable puede ser una avalancha de actos positivos, y entre toda esta nieve, se necesita una avalancha así.

Lo más probable es que tengamos nuevamente tormentas de nieve, lluvia, y días sin sol. Si es así preparémonos para recibir estos días de una mejor forma, con una actitud positiva. Si nos toca quedarnos en casa, que esos momentos sean productivos y con actividades que nos unan más a nuestras familias y amigos. Apaguemos la televisión y juguemos un juego de mesa o contemos anécdotas de nuestras vidas junto a un chocolate caliente. Si tenemos vecinos que necesitan una mano apaleando la nieve hagámosle ese favor, si tenemos familia o amigos hagamos muñecos de nieve divertidos que mejoran el paisaje y hagan sonreír a otros. Si salimos a la calle pensemos que nos demoraremos más, por lo tanto démonos unos minutos extras y seamos pacientes con el resto, pero por sobre todo, no permitamos que el mal clima nos congele el corazón.

lunes, 11 de febrero de 2013



Mi tristeza no desprende
gotas de lluvia,
ni eclipsa siluetas
de parpados desnudos.

Mi tristeza es más bien,
como un silencio
largo tuyo,
es una burbuja
que revienta
en una tarde inmensa,
es pluma huérfana
navegando
con el viento.

Mi tristeza asimismo es
inventora
de mundos paralelos...
Es quizá una esfinge solitaria
al otro lado del espejo.

Una mezcla de químicos y miradas


El amor es bastante enigmático y complejo, y quizá por eso la figura mítica de Cupido es todavía omnipresente cuando se trata de explicar sentimientos. Lo que sí es seguro es que nos enamoramos con la cabeza y no con el corazón, y que hay muchos científicos que siguen tratando de descifrar lo que pasa en nuestros cerebros. Y vaya que es complicado, por lo que me limitaré a compartir con ustedes algunos datos interesantes sobre las pasiones humanas:

Nuestras hormonas (sustancias producidas por células especializadas, cuyo fin es el de afectar la función de otras células ) juegan un rol importantísimo en la atracción y satisfacción que sentimos junto a alguien; así mismo las feromonas humanas que son sustancias químicas producidas para provocar comportamientos específicos en otros individuos.
 
En la etapa de enamoramiento se manifiesta una liberación de dopamina y noradrenalina que causa la excitación. Se dispara la feniletilamina la cual produce euforia, ansiedad y alegría. El cerebro también produce endorfinas, las cuales generan una sensación de bienestar, y se secreta la llamada hormona del amor o mimo: la oxitocina.

Con el tiempo terminamos acostumbrándonos a estas sustancias químicas por lo que dejan de surtir efecto y disminuyen. Entonces si hemos sabido crecer nuestra relación (a base de diálogo y compartir cosas juntos) comienza otra etapa, la del compromiso, donde actúan otros químicos tranquilizadores: la endorfina y vasopresina, que estimulan la formación del contacto emocional. La oxitocina sigue presente. 

Según cálculos de la investiga­dora norteamericana Dorothy Tennov la duración del amor romántico, desde el fle­chazo inicial hasta cuando hay un “sentimiento de neutralidad”, tiene un periodo que varía entre 18 meses y 36 meses.

En el enamoramiento hay una idealización de la otra persona, eso hace que a veces las personas se unan casi sin conocerse. Tiempo después, la persona dice que su pareja cambió, pero en realidad su pareja sigue siendo igual, solo que “el amor” pudo haber “cegado” a la persona Helen Fisher, profesora en el departamento de Antropología de la Universidad Rutgers de Nueva York, conocida como la antropóloga del amor, afirma que en sus estudios han constatado que hay cuatro tipos de sistemas cerebrales ligados a personalidades distintas que tendrían un papel en el enamoramiento.

A) Mucha dopamina, equivale a una personalidad exploradora, curiosa, energética; 
B) Mucha serotonina, tiene una personalidad de constructor, convencional, meticulosa; 
C) mucha testosterona, es lógica, con gran decisión, y
D) mucho estrógeno u oxitocina, es de personalidad negociadora, imaginativa, compasiva. 

Según Fisher han observado que las personas que tienen una personalidad curiosa o una  convencional tienden a enamorarse de alguien que sea como ellas; en cambio, quien tiene una personalidad donde domina la testosterona se sienten atraído por quienes expresan mayores niveles de estrógeno y viceversa 

El psicólogo e investigador Arthur Aron de Stony Brook University es uno de los científicos más reconocidos en el estudio de las relaciones interpersonales. En sus investigaciones descubrió que una mirada profunda y duradera puede activar una inmensa atracción. También según el Dr. Aron una de las formas de mantener una relación fuerte con nuestra pareja, a pesar del paso tiempo, es hacer cosas nuevas y emocionantes juntos ya que esto estimulará la producción de químicos en nuestros cerebros que nos harán sentir bien. 

Además el Dr. Aron indica que es indispensable celebrar los éxitos de nuestra pareja o hacer algo especial cuando han logrado algo bueno, pues según sus investigaciones esto tiene tanto valor sino más que el apoyo cuando algo anda mal.

Según los científicos estar enamorado es excelente para la salud y para mantenerse joven, y estos datos entusiasman a cualquiera a buscar nuevamente el amor. Si ya se está con una pareja estable pues hay que mirarlos a los ojos y hacer cosas nuevas y diferentes juntos para que Cupido siga “disparando flechas” a nuestra relación.

viernes, 1 de febrero de 2013

Una mentira, es una mentira: La Infidelidad Financiera

 http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/02/01/?article=1802800

Con los gastos de fin de año, San Valentín acercándose y la época de impuestos uno no puede evitar pensar en la importancia que el dinero tiene en una relación. Es tanto así que dentro de las causas más citadas de divorcio o separación de pareja no sólo está la infidelidad sexual y/o sentimental sino también la infidelidad financiera, que no es otra cosa que mentirle a nuestra pareja sobre los gastos o deudas en los que hemos incurrido antes de casarnos o durante nuestra relación, o así mismo ocultar que perdimos nuestro trabajo, entre otras cosas. 

¿Pero qué es la infidelidad? La infidelidad es una falta que se comete quebrantando la lealtad que se debe a alguien o algo. Es fallar al cumplimiento de nuestras promesas. Cuando las personas deciden compartir una vida juntos se hacen promesas y tienen que tener en cuenta muchas variables y metas como: el estilo de vida que llevarán, dónde vivirán, si tendrán hijos, etc.  La realidad es que la mayoría de estas variables y metas están atadas a nuestras economía, por eso es importante que las parejas discutan el tema financiero del hogar y aclaren cómo llevarán las cuentas de la familia y a qué se comprometerán. Lastimosamente muchas veces no se hace esta discusión a fondo o de forma sincera u ocurre que una o ambas personas en algún momento falla a sus promesas, y ahí comienzan las mentiras y la infidelidad financiera.

Según una encuesta reciente de American Consumer Credit el 60% de las mujeres y el 50% de los hombres en alguna ocasión han mentido a su pareja con respecto a temas de dinero. Una persona es económicamente infiel cuando oculta aspectos de sus finanzas como: cuánto gana exactamente, si tiene deudas de estudio o tarjeta de crédito, si sufrió un recorte de sueldo, si miente sobre el costo de cosas, o la existencia de una cuenta bancaria, y dentro de lo más graves, si son adictos al juego, compradores compulsivos, o propensos a gastar más allá de sus posibilidades.  


En Estados Unidos y muchos países la infidelidad financiera es común, pero esto no quita que sea dañina para una relación y  que tarde o temprano se convierta en un peso emocional y obviamente económico tanto para el engañado como para el que engaña. Dependiendo de la gravedad de la infidelidad financiera una relación de años puede sufrir grandes desgastes e incluso llegar a disolverse. Es un problema que no se debe ignorar. Hay que clarificar los errores rápidamente, sobretodo si las mentiras son sobre deudas, si tenemos hijos, o si hay problemas de salud en la familia. 

Lo mejor es no caer en la infidelidad financiera y ser francos sobre nuestras actividades económicas; sin embargo, si ya se está allí y se quiere salir hay que abrir la puerta al diálogo con la pareja en un momento propicio. También hay que comprender que nuestra pareja puede molestarse con nosotros, por lo que hay que darle tiempo, a la vez que hacemos rectificaciones. Mientras más temprano hablemos, mejor.  Pero lo primero es comenzar por sincerarnos con nosotros mismos y reconocer nuestros problemas. ¿Por qué hemos mentido, gastado en exceso, ocultado dinero…? Encontrando estas respuestas primero seremos capaces de hablar de una forma fructífera. Para dejar atrás la infidelidad financiera debemos estar dispuestos a trabajar en equipo, enfocarnos en el futuro, tener presupuestos y metas claras, e incluso hacer sacrificios económicos si es necesario. 

Si creemos que el daño emocional y/o financiero es muy profundo sería bueno buscar ayuda de un terapeuta o psicólogo, ya sea para conversar en pareja o para tratar una compulsión o desorden, y por supuesto sería indispensable buscar ayuda financiera profesional si existen deudas grandes o nuestro crédito está en riesgo. Mientras más pronto arreglemos todo, mejor para la salud emocional y financiera de nuestro hogar.