lunes, 11 de febrero de 2013

Una mezcla de químicos y miradas


El amor es bastante enigmático y complejo, y quizá por eso la figura mítica de Cupido es todavía omnipresente cuando se trata de explicar sentimientos. Lo que sí es seguro es que nos enamoramos con la cabeza y no con el corazón, y que hay muchos científicos que siguen tratando de descifrar lo que pasa en nuestros cerebros. Y vaya que es complicado, por lo que me limitaré a compartir con ustedes algunos datos interesantes sobre las pasiones humanas:

Nuestras hormonas (sustancias producidas por células especializadas, cuyo fin es el de afectar la función de otras células ) juegan un rol importantísimo en la atracción y satisfacción que sentimos junto a alguien; así mismo las feromonas humanas que son sustancias químicas producidas para provocar comportamientos específicos en otros individuos.
 
En la etapa de enamoramiento se manifiesta una liberación de dopamina y noradrenalina que causa la excitación. Se dispara la feniletilamina la cual produce euforia, ansiedad y alegría. El cerebro también produce endorfinas, las cuales generan una sensación de bienestar, y se secreta la llamada hormona del amor o mimo: la oxitocina.

Con el tiempo terminamos acostumbrándonos a estas sustancias químicas por lo que dejan de surtir efecto y disminuyen. Entonces si hemos sabido crecer nuestra relación (a base de diálogo y compartir cosas juntos) comienza otra etapa, la del compromiso, donde actúan otros químicos tranquilizadores: la endorfina y vasopresina, que estimulan la formación del contacto emocional. La oxitocina sigue presente. 

Según cálculos de la investiga­dora norteamericana Dorothy Tennov la duración del amor romántico, desde el fle­chazo inicial hasta cuando hay un “sentimiento de neutralidad”, tiene un periodo que varía entre 18 meses y 36 meses.

En el enamoramiento hay una idealización de la otra persona, eso hace que a veces las personas se unan casi sin conocerse. Tiempo después, la persona dice que su pareja cambió, pero en realidad su pareja sigue siendo igual, solo que “el amor” pudo haber “cegado” a la persona Helen Fisher, profesora en el departamento de Antropología de la Universidad Rutgers de Nueva York, conocida como la antropóloga del amor, afirma que en sus estudios han constatado que hay cuatro tipos de sistemas cerebrales ligados a personalidades distintas que tendrían un papel en el enamoramiento.

A) Mucha dopamina, equivale a una personalidad exploradora, curiosa, energética; 
B) Mucha serotonina, tiene una personalidad de constructor, convencional, meticulosa; 
C) mucha testosterona, es lógica, con gran decisión, y
D) mucho estrógeno u oxitocina, es de personalidad negociadora, imaginativa, compasiva. 

Según Fisher han observado que las personas que tienen una personalidad curiosa o una  convencional tienden a enamorarse de alguien que sea como ellas; en cambio, quien tiene una personalidad donde domina la testosterona se sienten atraído por quienes expresan mayores niveles de estrógeno y viceversa 

El psicólogo e investigador Arthur Aron de Stony Brook University es uno de los científicos más reconocidos en el estudio de las relaciones interpersonales. En sus investigaciones descubrió que una mirada profunda y duradera puede activar una inmensa atracción. También según el Dr. Aron una de las formas de mantener una relación fuerte con nuestra pareja, a pesar del paso tiempo, es hacer cosas nuevas y emocionantes juntos ya que esto estimulará la producción de químicos en nuestros cerebros que nos harán sentir bien. 

Además el Dr. Aron indica que es indispensable celebrar los éxitos de nuestra pareja o hacer algo especial cuando han logrado algo bueno, pues según sus investigaciones esto tiene tanto valor sino más que el apoyo cuando algo anda mal.

Según los científicos estar enamorado es excelente para la salud y para mantenerse joven, y estos datos entusiasman a cualquiera a buscar nuevamente el amor. Si ya se está con una pareja estable pues hay que mirarlos a los ojos y hacer cosas nuevas y diferentes juntos para que Cupido siga “disparando flechas” a nuestra relación.

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