martes, 26 de marzo de 2013

De las Américas… ¿Ya no Latinoamérica o Sudamérica?


Un nuevo papa fue elegido. La noticia ya no es nueva. Como todos sabemos, Jorge Mario Bergoglio de Argentina es el 266avo pontífice de la Iglesia Católica ejerciendo como Francisco. Varios perfiles se han creado sobre este hombre y el futuro que podría darle a la Iglesia Católica.  Sin embargo, desde el momento de su elección hasta las últimas noticias que he leído y escuchado sobre el santo padre me ha llamado mucho la atención que los medios de comunicación en inglés, aquí en Estados Unidos de Norte América, usan sin fatiga el gentilicio “de las Américas” y no “latinoamericano” o “sudamericano”  o “de Sudamérica o Latinoamérica”  como usualmente ocurre con alguien que es de Argentina, o de cualquier país de habla hispana que no sea España.

Mientras se hablaba de los posibles contendientes al papado jamás escuché que se mencionase un posible papa “de las Américas”, siempre escuché sobre un posible primer pontífice de Latinoamérica o de Norteamérica, la división entre las Américas estaba presente.  Poca fe se tenía en que la nueva cabeza de la Iglesia Católica viniese del nuevo mundo. Solamente haciendo una búsqueda en línea descubrí que Fox News usó el título “Posibilidad de un Papa de las Américas”, pero luego en sus noticias detallaban los gentilicios y obviamente se hacía distinción entre Norteamérica y Latinoamérica. No se usó el termino “de las Américas” hasta que efectivamente fue electo Jorge Mario Bergoglio, de Argentina.

He visto y he oído el termino en medios hispanos también pero con menos preponderancia y siembre seguido inmediatamente de la palabra “latinoamericano”. De que Jorge Mario Bergoglio es de las Américas, sí, efectivamente lo es; pero sinceramente esta es la primera vez que escucho en las noticias en inglés que se refieran a alguien así y me pregunto si es que el Cardenal Norteamericano, Sean O'Malley, hubiese sido electo sumo pontífice si entonces también hubiese esa euforia de llamarlo “de las Américas” o acaso simplemente se le diría americano o norteamericano, y de vez en cuando “de las Américas” para recalcar que no es nuevamente un sumo pontífice europeo.  Sinceramente, creo que si ese hubiese sido el caso no se hubiese hecho tanto hincapié en unir a las Américas.  Si hubiese sido el contendiente canadiense el que ganaba tampoco creo que se hubiese hecho tanta fraternización y unión de las Américas.

Si un Norteamericano escucha a un Latinoamericano decir que uno también es “Americano” enseguida nos recuerdan: “Yes, but from Latin American.”/ “Sí, pero de Latinoamérica”. De lo que no me cabe duda es que si la noticia pudiese convertirse en negativa, si se tratase de un asesino, un político, o cualquier otra cosa sin tanta jerarquía o poder se lo etiquetaría específicamente como “argentino” y sin duda alguna como “latinoamericano,” “sudamericano,” “latino,” o “hispano.” No quiero ser separatista, pero esta doble moral, este doble estándar de esporádicamente llamar a alguien de Argentina como “de las Américas” o en inglés “from the Americas” para distinguir que no es europeo o sólo porque se trata de algo importante y así se puede incluir a América del Norte también, no está bien.

Que no se le olvide entonces a los medios de comunicación de usar “de las Américas”  para personas de todo Latinoamérica en otras ocasiones también. En ocasiones no tan importantes, no tan buenas y no sólo cuando se trate de productos agrícolas o folclóricos. Porque si uno hace una búsqueda de “from the Americas” lo único que salé en línea es la noticia de este nuevo pontífice y un sin número de menciones sobre café y música.  Nunca antes había oído el termino “from the Americas”/“de las Américas” ser usado así. ¿Será qué en vez de dividirnos por fin se nos considerará a todos “from the Americas”/“de las Américas”?  No creo, para que eso ocurra con todos de verdad han de pasar más de 1,200 años, así como pasaron 1,272 para escoger un pontífice nacido fuero de Europa, uno nacido en Latinoamérica.

sábado, 16 de marzo de 2013

Una decisión de vida

 http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/03/15/?article=1842185

Esta semana una mujer me pidió un minuto para hablarme de la importancia de ser un donante de órganos. Le sonreí diciéndole que estoy registrada como donante y que de hecho un familiar mío tuvo un trasplante, y que gracias a eso sigue con vida. La mujer sonriendo dijo que ella también había sobrevivido gracias a un trasplante. Me contó que su donador fue un amigo de su equipo de esquí, quién se ofreció a darle uno de sus riñones. Ese instante me quedé pensando en la generosidad inmensa de ese hombre, pues mayormente las personas reciben órganos de alguien fallecido o mueren en la espera. Recibir órganos o tejidos de alguien vivo es algo raro, es extraordinario. Es uno de los actos más altruistas que uno puede realizar. Hay poquísima gente tan generosa y valiente que pondría en peligro su vida para salvar a alguien más. Pues incluso la decisión de ser un donante al fallecer es difícil de tomar. 

A decir verdad, yo decidí convertirme en donadora luego de que mi hermana tuvo su trasplante. Antes lo había considerado, pero nunca había hecho nada serio al respecto. No me había inscrito en ninguna lista, ni lo había hablado claramente con mi familia. Muy pocas personas lo hacen. Si me hubiese pasado algo, tal vez mis órganos no hubiesen salvado a nadie. 

En momentos críticos, cuando cada minuto cuenta, es indispensable que nuestros deseos de donar estén claros para que se proceda de la mejor forma y sin traer más angustia y dudas a nuestras familias. Algunas vidas son salvadas gracias a la generosidad y responsabilidad de personas que dejan clara su decisión y deseo de donar vida, yo creo que en el caso de mi hermana fue así. Y de una forma esa persona también salvó a toda mi familia.

Los órganos que uno puedo donar al fallecer son el corazón, riñones, hígado, pulmones, páncreas e intestino delgado. Los tejido incluyen corneas, piel, venas, válvulas del corazón, tendones y ligamentos. En el caso de mi hermana, sus órganos vinieron de una persona joven que había fallecido. En el caso de la señora vinieron de su amigo. Una persona saludable puede convertirse en “donante vivo” dando un riñón o parte del hígado, parte del pulmón (lóbulo), una porción de sus intestinos, y medula ósea. 

Los “donantes vivos” son escasos y usualmente son familiares de quienes necesitan el trasplante. Solamente uno de cada cuatro donantes no está biológicamente relacionado con el receptor. Contemplar ser un donante vivo, sobre todo para un extraño, es realmente un acto heroico de mucho amor y valor. 

Mundialmente hay una escases de donantes de órganos. Sólo en los Estados Unidos:

• Alrededor de 18 personas mueren cada día esperando un trasplante.

• Más de 113.000 personas están actualmente en la lista de espera de trasplante para salvar sus vidas.

• Cada 12 minutos una persona más es añadida a lista nacional de espera.

Es importante tener en cuenta que: • Un donante fallecido puede salvar ocho vidas con sus órganos y mejorar 100 vidas gracias a sus tejidos.

• Los receptores de órganos son seleccionados principalmente en base a necesidades médicas, ubicación y compatibilidad.

• La prioridad de los doctores es salvar vidas cuando enfermos o heridos llegan al hospital. Por lo tanto estar en la lista de donantes no pone en peligro la vida de uno.

• Los costos de la recuperación y tratamiento del trasplante de órganos y tejidos, nunca pasan al donante ni a su familia.

• A personas con enfermedades crónicas o serias y con antecedentes de cáncer se les aconsejan que de cualquier manera se unan al registro de donantes, pues podrían ayudar.

Uno a veces cree que nunca necesitará un trasplante. Lastimosamente las enfermedades pasan tarde o temprano al igual que los accidentes, y uno puede requerir un trasplante en cualquier momento. Investiguen y consideren ser donadores de órganos. Si más gente se registrase se podrían salvar tantas vidas, incluso prescindir de “donantes vivos” y hasta erradicar el mercado negro de órganos que trágicamente existe a nivel mundial.

domingo, 10 de marzo de 2013

La conciencia plena: el aquí y ahora

 Nuestra sociedad nos inunda con información, noticias, chismes, ideales y expectativas. En nuestras vidas personales debemos balancear cada vez más responsabilidades y atender todo lo importante y no tan importante a nuestro alrededor. Estamos constantemente bombardeados de diálogo interno y externo, y esto hace que nuestras mentes se nublen o que miles de pensamientos recorran nuestra cabeza, agotándonos. Una forma de contrarrestar este tipo de niebla mental es despejando nuestras mentes de pensamientos no esenciales, sobre todo de los del pasado y el futuro, y la práctica de la conciencia plena es una excelente herramienta para lograrlo y beneficiar así nuestras mentes y cuerpos.

La práctica de la atención o conciencia plena, que en inglés se llama mindfulness, viene del budismo y se está usando en la meditación occidental y en la psicología para ayudar con una gran variedad de trastornos físicos y mentales. Entre estos la ansiedad, adicción, depresión y comportamientos compulsivos. Esta práctica nos puede ayudar a ver las cosas como son realmente, poniendo a un lado nuestros propios filtros como prejuicios, sentimientos, preocupaciones y estado de ánimo.
La conciencia plena nos enseña a enfocarnos en el aquí y ahora sin juzgar, en simplemente estar conscientes de nuestro estado interior, ayudándonos así a que nuestra carga mental se aliviane y logremos pensar claramente. 

Científicos de la Universidad de Wisconsin y UCLA, entre otras, han comprobado que la práctica de conciencia plena ayuda a cambiar las funciones cerebrales de las personas de forma positiva. Entre varios beneficios de la conciencia plena están:
• Incremento de las funciones cerebrales
• Mejoramiento del sistema inmune
• Control del dolor
• Ayuda con trastornos alimenticios y depresivos
• Mejor concentración
• Reducción de estrés y ansiedad 

Durante la práctica de la conciencia plena el objetivo principal es concentrarse por unos minutos en el presente y tomar conciencia de nuestros cuerpos, sensaciones, emociones e ideas. Sin embargo, debemos mantenernos apartados de ellos, como un observador que no juzga, y si pensamientos del pasado o del futuro nos inundan debemos dejarlos ir con compasión. Hay que tener claro que por un momento no hay nada específico que lograr, que sólo debemos estar allí en nuestro momento presente. En un comienzo la práctica es difícil pero es reconfortante y poco a poco se puede llegar a tener control y armonía de toda nuestra mente y cuerpo. 

Para lograr una pequeña práctica de meditación de conciencia plena:

• Encuentra un lugar tranquilo para concentrarte sólo en el interior mental de tu momento presente.
• Mantente en silencio e invita que a tu mente a tranquilarse y mantenerse quieta pero ten conciencia de tus pensamientos, y sin presión trata de dejarlos ir y que dejen de ser el foco de tu atención. Se paciente y no juzgues si te cuesta hacerlo.
• Intenta replicar esa quietud completa en tu mente. Comienza por siete minutos al día y adóptalo como una rutina diaria.
• Luego de cada práctica llena de agradecimiento tu interior, y vuélvete consciente de lo que te rodea. Trata de elevarte hacia un estado presente de gratitud y serenidad, pues esto te ayudará a apreciar las experiencias del día a día, a juzgar menos y disfrutar del aquí y ahora en silencio.

La conciencia plena es un momento contemplativo de nuestro interior y lo que nos rodea en el presente. Es observar sin juzgar y aceptar lo que se está experimentando. Es centrarnos en lo que sentimos y percibimos sin usar el lenguaje, pues el lenguaje y el análisis pueden influenciar lo real y agobiarnos. Ya hay demasiado diálogo externo e interno en nuestras vidas, demasiadas exigencias y responsabilidades, por lo que sólo observar y dejar que todo fluya de un modo natural por unos minutos, sin ejercer control alguno como nos enseña la conciencia plena es sin duda revitalizador para nuestras mentes y cuerpos.

http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/03/08/?article=1835260

martes, 5 de marzo de 2013

Adictos a las Pantallas

                                                                    http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/03/01/?article=1829013

Cuando yo era pequeña vi a mi abuela buscando sus lentes por todos lados mientras los tenía sobre su cabeza, a su edad bastante entendible, a la mía no. Sin embargo algunos niños, adolescentes y adultos sufren ahora lagunas mentales y despistes atribuidos a la gran cantidad de información a los que están expuestos, la saturación de tecnologías de pantalla, y a otros factores como la gratificación instantánea, sin mencionar vidas sedentarias y una mala alimentación.


Según algunos investigadores estos despistes mentales pueden ser producto directo o indirecto de una vida tecnológicamente demandante y frenética. Sin embargo, es innegable que hay problemas físicos directamente relacionados al abuso de las tecnologías como la tendinitis, el estrés en ojos y oídos, el deterioro de la postura y por supuesto el sedentarismo y la obesidad.


Prestigiosas universidades como Stanford están investigando también los daños afectivos que las nuevas tecnologías pueden tener en las personas. Si la tecnología personal afecta la felicidad y el desarrollo emocional en los humanos; y no estamos hablando aquí de daños por indiscreciones en Facebook, sino de daños psicológicos profundos debido al mal uso, o abuso, de nuestro mundo tecnológico.


Las nuevas tecnologías y estilo de vida han causado cambios neurológicos en las personas. Nuestras conexiones nerviosas están siendo reestructuradas, y según varias investigaciones ahora somos capaces en menor medida de procesar y recordar cierto tipo de información. El hecho de que ahora hacemos y atendemos mil cosas al mismo tiempo (multifuncionalidad) y recibimos o esperamos respuestas inmediatas (gratificación instantánea) ha provocado que contemos con menores niveles de atención exclusiva o recordemos cierta información y no otra. Por ejemplo, un niño de los años 90 sabía varios números telefónicos de memoria, mientras que un niño ahora lo más probable es que sólo sepa uno o dos y tenga que chequear el resto. 


Sin embargo, otros científicos creen que los cambios en nuestros cerebros debido a las nuevas tecnologías no son del todo negativos. Por ejemplo, la Dra. Tracy Alloway, experta en psicología cognitiva de la Universidad de Stirling, realizó un estudio para analizar el impacto de las aplicaciones tecnológicas en la memoria del trabajo, es decir, la retención de información durante un período corto, la manipulación de la misma, relación de datos y solución de problemas. Durante su investigación los resultados favorecieron a aquellos que llevaban más de 12 meses usando Facebook y no a los que llevaban menos tiempo en esa red social. Pero como en toda investigación hay varios factores que no se pudieron medir o controlar. Algunos se preguntan qué pasaría si por ejemplo el tiempo en Facebook o frente a una pantalla consumiese la vida de estas personas, como es el caso de muchos en la realidad. Eso impactaría los resultados. Tomemos en cuenta que ahora las personas pasan más de 9 horas diarias expuestos a tecnologías de pantalla, mientras que en los años 60 solamente alrededor de 4 horas.


Si nos volvemos esclavos de la tecnología o no la usamos adecuadamente, esta puede llegar a ser adictiva, a aislarnos, crear falsas expectativas que son devastadoras, y limitar o atrofiar nuestra habilidad de leer el lenguaje corporal y facial durante una comunicación cara a cara. Sin mencionar los daños físicos como lesiones por Esfuerzo Repetitivo (LER ) o Disturbios Osteomusculares Relacionados al Trabajo (DORT), causados por la mala postura, por presionar nervios y repetir constantemente los mismos movimientos.


Los daños físicos, emocionales y de atención pueden aparecer tarde o temprano si no se usa con discreción los avances tecnológicos. Por lo que es recomendable tratar de balancear nuestra vida frente a las pantallas. Algo que debería quedar claro es que la tecnología debe estar al servicio del ser humano y no al revés, por lo tanto la moderación es indispensable.