martes, 5 de marzo de 2013

Adictos a las Pantallas

                                                                    http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/03/01/?article=1829013

Cuando yo era pequeña vi a mi abuela buscando sus lentes por todos lados mientras los tenía sobre su cabeza, a su edad bastante entendible, a la mía no. Sin embargo algunos niños, adolescentes y adultos sufren ahora lagunas mentales y despistes atribuidos a la gran cantidad de información a los que están expuestos, la saturación de tecnologías de pantalla, y a otros factores como la gratificación instantánea, sin mencionar vidas sedentarias y una mala alimentación.


Según algunos investigadores estos despistes mentales pueden ser producto directo o indirecto de una vida tecnológicamente demandante y frenética. Sin embargo, es innegable que hay problemas físicos directamente relacionados al abuso de las tecnologías como la tendinitis, el estrés en ojos y oídos, el deterioro de la postura y por supuesto el sedentarismo y la obesidad.


Prestigiosas universidades como Stanford están investigando también los daños afectivos que las nuevas tecnologías pueden tener en las personas. Si la tecnología personal afecta la felicidad y el desarrollo emocional en los humanos; y no estamos hablando aquí de daños por indiscreciones en Facebook, sino de daños psicológicos profundos debido al mal uso, o abuso, de nuestro mundo tecnológico.


Las nuevas tecnologías y estilo de vida han causado cambios neurológicos en las personas. Nuestras conexiones nerviosas están siendo reestructuradas, y según varias investigaciones ahora somos capaces en menor medida de procesar y recordar cierto tipo de información. El hecho de que ahora hacemos y atendemos mil cosas al mismo tiempo (multifuncionalidad) y recibimos o esperamos respuestas inmediatas (gratificación instantánea) ha provocado que contemos con menores niveles de atención exclusiva o recordemos cierta información y no otra. Por ejemplo, un niño de los años 90 sabía varios números telefónicos de memoria, mientras que un niño ahora lo más probable es que sólo sepa uno o dos y tenga que chequear el resto. 


Sin embargo, otros científicos creen que los cambios en nuestros cerebros debido a las nuevas tecnologías no son del todo negativos. Por ejemplo, la Dra. Tracy Alloway, experta en psicología cognitiva de la Universidad de Stirling, realizó un estudio para analizar el impacto de las aplicaciones tecnológicas en la memoria del trabajo, es decir, la retención de información durante un período corto, la manipulación de la misma, relación de datos y solución de problemas. Durante su investigación los resultados favorecieron a aquellos que llevaban más de 12 meses usando Facebook y no a los que llevaban menos tiempo en esa red social. Pero como en toda investigación hay varios factores que no se pudieron medir o controlar. Algunos se preguntan qué pasaría si por ejemplo el tiempo en Facebook o frente a una pantalla consumiese la vida de estas personas, como es el caso de muchos en la realidad. Eso impactaría los resultados. Tomemos en cuenta que ahora las personas pasan más de 9 horas diarias expuestos a tecnologías de pantalla, mientras que en los años 60 solamente alrededor de 4 horas.


Si nos volvemos esclavos de la tecnología o no la usamos adecuadamente, esta puede llegar a ser adictiva, a aislarnos, crear falsas expectativas que son devastadoras, y limitar o atrofiar nuestra habilidad de leer el lenguaje corporal y facial durante una comunicación cara a cara. Sin mencionar los daños físicos como lesiones por Esfuerzo Repetitivo (LER ) o Disturbios Osteomusculares Relacionados al Trabajo (DORT), causados por la mala postura, por presionar nervios y repetir constantemente los mismos movimientos.


Los daños físicos, emocionales y de atención pueden aparecer tarde o temprano si no se usa con discreción los avances tecnológicos. Por lo que es recomendable tratar de balancear nuestra vida frente a las pantallas. Algo que debería quedar claro es que la tecnología debe estar al servicio del ser humano y no al revés, por lo tanto la moderación es indispensable.

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