http://npaper-wehaa.com/elplaneta#2013/03/01/?article=1829013
Cuando yo era pequeña vi a mi abuela buscando sus lentes por todos lados
mientras los tenía sobre su cabeza, a su edad bastante entendible, a la mía no.
Sin embargo algunos niños, adolescentes y adultos sufren ahora lagunas mentales
y despistes atribuidos a la gran cantidad de información a los que están
expuestos, la saturación de tecnologías de pantalla, y a otros factores como la
gratificación instantánea, sin mencionar vidas sedentarias y una mala
alimentación.
Según algunos
investigadores estos despistes mentales pueden ser producto directo o indirecto
de una vida tecnológicamente demandante y frenética. Sin embargo, es innegable
que hay problemas físicos directamente relacionados al abuso de las tecnologías
como la tendinitis, el estrés en ojos y oídos, el deterioro de la postura y por
supuesto el sedentarismo y la obesidad.
Prestigiosas
universidades como Stanford están investigando también los daños afectivos que
las nuevas tecnologías pueden tener en las personas. Si la tecnología personal
afecta la felicidad y el desarrollo emocional en los humanos; y no estamos
hablando aquí de daños por indiscreciones en Facebook, sino de daños
psicológicos profundos debido al mal uso, o abuso, de nuestro mundo
tecnológico.
Las nuevas
tecnologías y estilo de vida han causado cambios neurológicos en las personas.
Nuestras conexiones nerviosas están siendo reestructuradas, y según varias
investigaciones ahora somos capaces en menor medida de procesar y recordar
cierto tipo de información. El hecho de que ahora hacemos y atendemos mil cosas
al mismo tiempo (multifuncionalidad) y recibimos o esperamos respuestas
inmediatas (gratificación instantánea) ha provocado que contemos con menores
niveles de atención exclusiva o recordemos cierta información y no otra. Por
ejemplo, un niño de los años 90 sabía varios números telefónicos de memoria,
mientras que un niño ahora lo más probable es que sólo sepa uno o dos y tenga
que chequear el resto.
Sin embargo, otros
científicos creen que los cambios en nuestros cerebros debido a las nuevas
tecnologías no son del todo negativos. Por ejemplo, la Dra. Tracy Alloway,
experta en psicología cognitiva de la Universidad de Stirling, realizó un
estudio para analizar el impacto de las aplicaciones tecnológicas en la memoria
del trabajo, es decir, la retención de información durante un período corto, la
manipulación de la misma, relación de datos y solución de problemas. Durante su
investigación los resultados favorecieron a aquellos que llevaban más de 12 meses
usando Facebook y no a los que llevaban menos tiempo en esa red social. Pero
como en toda investigación hay varios factores que no se pudieron medir o
controlar. Algunos se preguntan qué pasaría si por ejemplo el tiempo en
Facebook o frente a una pantalla consumiese la vida de estas personas, como es
el caso de muchos en la realidad. Eso impactaría los resultados. Tomemos en
cuenta que ahora las personas pasan más de 9 horas diarias expuestos a
tecnologías de pantalla, mientras que en los años 60 solamente alrededor de 4
horas.
Si nos volvemos
esclavos de la tecnología o no la usamos adecuadamente, esta puede llegar a ser
adictiva, a aislarnos, crear falsas expectativas que son devastadoras, y
limitar o atrofiar nuestra habilidad de leer el lenguaje corporal y facial
durante una comunicación cara a cara. Sin mencionar los daños físicos como
lesiones por Esfuerzo Repetitivo (LER ) o Disturbios Osteomusculares
Relacionados al Trabajo (DORT), causados por la mala postura, por presionar
nervios y repetir constantemente los mismos movimientos.
Los daños físicos,
emocionales y de atención pueden aparecer tarde o temprano si no se usa con
discreción los avances tecnológicos. Por lo que es recomendable tratar de
balancear nuestra vida frente a las pantallas. Algo que debería quedar claro es
que la tecnología debe estar al servicio del ser humano y no al revés, por lo
tanto la moderación es indispensable.
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