Es
lamentable ver y escuchar a personas que no pueden dedicarse tiempo a
ellos mismos y que usan las excusas de que tienen demasiado trabajo,
responsabilidades y otras personas de las que preocuparse. Muchas veces
esta filosofía de vida termina enfermando física y psicológicamente a
estas personas, pues este tipo de mentalidad sólo conduce a la
autodestrucción. ¿Cómo justificar preocuparse de otros si uno no se
cuida de uno mismo primero? ¿Por qué tanta gente cae en esta trampa? La
realidad es que muchas personas en esta sociedad se sienten culpables o
incapaces de tomarse un tiempo para velar por su propio bienestar por
las presiones que el medio, y a veces hasta sus mismas familias, les
pone. Sin embargo, uno tiene que consentirse y darse tiempo para sí
mismo, pues esto es algo indispensable para poder vivir plenamente,
pensar con claridad y mantenernos física y mentalmente saludables.
Obtener
un equilibrio en nuestro ajetreado ritmo de vida es necesario si no
queremos, por ejemplo, terminar en con una enfermedad que pudo evitarse
si hubiésemos tenido una mejor dieta o tiempo para ejercitarnos; en
pocas palabras, mejor trato con nosotros mismos. Ade más en este mundo
tecnológicamente avanzado uno debe tener cuidado de no caer en la trampa
de pensar que se está dedicado tiempo de calidad a uno mismo mientras
se contestan mensajes o correos electrónicos que otras personas nos
están mandando, donde posiblemente nos hablan de sus preocupaciones, lo
que ellos quieren, o los deberes y responsabilidades que nosotros
tenemos con otros, etc. Nuestro descanso y agudeza mental no serán las
mismas si hay este tipo de distracciones.
Sólo
cuando nos dedicamos tiempo de calidad a nosotros mismos, sin
interrupciones del entorno, obtenemos paz mental y claridad verdaderas, y
estas nos ayudan a comprender mejor lo que necesitamos y a alcanzar
estas metas más fácilmente. Si uno encuentra armonía con uno mismo,
puedes brindar armonía a otros. Si uno tiene claridad en su propia mente
puede afrontar cualquier situación con mucha más calma, y de esta forma
romper los ciclos viciosos de ansiedad que se presentan cuando uno se
descuida de uno mismo. En pocas palabras, si hay bienestar en nuestro
interior, existirá bienestar en nuestro exterior y en todo lo que
hagamos, y sólo ahí es cuando podremos realmente ayudar de verdad a
otros. Porque si algo es realmente triste, es ver a alguien fingiendo
estar bien y tratando de ayudar a otros sin antes ayudarse a sí mismos.
Si
uno encuentra que uno actúa de una forma por miedo a otros, o para
tratar de agradar o satisfacer a alguien más, o si de alguna manera uno
se está esforzando demasiado por otros y descuidando sus propias
necesidades, algo debe cambiar pues esta no es la condición natural del
ser humano y sólo nos llevará a convertirnos en personas amargadas,
insatisfechas y frustradas, que tarde o temprano pagarán las
consecuencias. Es triste ver a gente intoxicada de las necesidades y
expectativas de otros y completamente indiferente a sus propias
necesidades.
Sin
importar cuántas ocupaciones uno tenga hay que encontrar una forma de
encontrar un espacio en el día para preocuparse plenamente de uno. Eso
no es egoísmo, no es tiempo perdido, no es frivolidad, no es falta de
productividad y no es innecesario. A veces debemos olvidarnos de otros,
de sus expectativas, de sus necesidades y deseos, para enfocarnos en los
nuestros y no perder nuestro horizonte.
Cuando
uno empieza a dedicarse mucho más tiempo, se dará cuenta que su vida se
tornará más rica, plena y agradable en todo sentido. Con paciencia
nuestras metas serán más fáciles de alcanzar y nuestras dolencias más
fáciles de tratar y los demás empezarán a notarlo, y a revitalizarse
también con nuestra sincera y genuina energía positiva y fortaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario