Me he dado cuenta que en fechas
como estas, es cuando nos da más nostalgia por la tierra que nos vio crecer. La tierra que atesora nuestras costumbres y
así mismo los aromas y sabores de nuestra infancia. Muchos países
latinoamericanos se asemejan en su riqueza cultural y gastronómica y quizá durante
Semana Santa, independientemente de ser religiosos o no, puede que extrañemos aún
más nuestros lugares de origen por sus celebraciones y tradiciones. Pues sin lugar a duda en nuestros países la
Semana Santa es un tiempo de vacaciones y de buena comida. Y también de verdadera
devoción para otros.
La Semana Santa o Semana Mayor,
como es conocida también, es una de las celebraciones más importante de los
países católicos latinoamericanos. Aunque fue
creada para reflexionar sobre la pasión y muerte de Cristo muchas de sus
tradiciones se han extendido fuera del marco religioso y todos disfrutan de
esta semana por lo que es fácil añorarla estando lejos. Durante estas fechas se evita por tradición el
consumo de carnes rojas, y es por esto es que los platos típicos para estas
fechas a largo y ancho de Latinoamérica son a base de mariscos, verduras y
masitas. Es fácil extrañar algunos platos
típicos de estas fechas y común tratar de recrear estas recetas aunque nos
toque modificar algunos ingredientes, pues la cocina tradicional de un país de
una forma u otra nos acerca a nuestras raíces.
La comida
latinoamericana es una fusión de elementos prehispánicos y occidentales. Un
mestizaje de sabores. Entre ingredientes nativos como base de muchos platos
tenemos el maíz, cacao, papas, especies y varios mariscos. Entre los
ingredientes españoles están el trigo, arroz, cebada, huevos, y algunas
aves. Y la comida tradicional de Semana
Santa no es otra cosa que un sincretismo de culturas que se adaptó de país en
país, y que nos ha dejado una riqueza inigualable.
Proveniente de España llegó el potaje de la vigilia preparado a base de bacalao, espinaca, garbanzo, y
servido con huevo duro. Países como Colombia, Uruguay y Argentina consumen este
plato o una versión parecida. De este potaje también hay muchos derivados, por
ejemplo en el Ecuador se prepara la
fanesca, que también lleva bacalao y huevo duro, y en algunas versiones
garbanzo y otros 11 granos.
En algunos países para romper el ayuno se encuentra
entre los platillos tradicionales la rosca de Pascua, procedente de España, y
que es muy popular en Uruguay y Argentina con particularidades en cada región.
En países de Centroamérica como El Salvador y otros
son famosas durante estas fechas las tortas de pescado. Al pescado salado se lo
envuelve en una masa sazonada, se lo fríe y se lo añade a una sopa con repollo
y vegetales. En Venezuela se prepara el famoso sancocho de pescado y también se
prepara el arroz con leche o con coco. Este último muy común en varios países.
En República Dominicana se comen las habichuelas con
dulce el Viernes Santo. Este platillo se prepara con frijoles rojos, azúcar,
leche de coco, canela, batata y se acompañan con galletitas dulces.
En Guatemala también muchos dulces sobresalen, sobre
todo las conservas de frutas, el mazapán, las canillitas de leche, y las hojuelas.
Pero dentro de la cocina chapina también se encuentran ricos platos como el
bacalao envuelto en huevo y los tamalitos de viaje.
En Chile y Argentina y en otros países son comunes
las empanadas de bacalao, atún o mariscos. En el Perú durante Semana Santa no
faltan los platos con bacalao, pescado frito y por supuesto los ceviches.
En México son comunes durante estas fechas las tortas
de camarón con nopales, la sopa de habas, pescado, los chiles rellenos sin
carne y la capirotada (postre a base de pan).
Con toda esa riqueza culinaria
y con mitos tan simpáticos como las recetas, que uno no puede bañarse o meterse al mar el
Viernes Santo porque se convierte en pescado, ¿cómo no extrañar todo eso? ¿Cómo
no atreverse a recrear un plato?... Aunque sea en nuestra imaginación.
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