Los Fantasmas de lo Políticamente Correcto y Otras Frivolidades
El derecho a la
libertad de expresión es una de las cosas más importantes que tenemos como
seres humanos, sin embargo a veces se nos olvida que este derecho puede y debe
existir en ambas partes y todos los aspectos de la comunicación humana, no
solamente en uno. Además hay que considerar que el derecho a la libertad de
expresión no sólo se manifiesta en lo que decimos o pensamos, entre otras
cosas, sino también en lo que escogemos vestir... incluso en Halloween.
A finales de octubre, aquí en los Estados
Unidos, se escucha mucho hablar de que si un determinado disfraz es
“políticamente correcto” o “incorrecto”. Esa frase sufre un desgaste inmenso ya
que mucha gente considera que algunos disfraces no son adecuados y pueden
resultar ofensivos para otras personas. El año pasado uno de los casos más
conocidos de “political correctness” (algo políticamente correcto) fue cuando
un grupo de estudiantes de la Universidad de Ohio promovió una campaña que
mostraba jóvenes de diferentes culturas sujetando una foto de alguien (de otra
cultura) disfrazado de geisha, mexicano, árabe y africano junto a un texto en
inglés que traducido diría: “Nosotros somos una cultura. No un disfraz”. Más
abajo se leía: “Este no es quien yo soy. Esto no está bien”.
La campaña se propagó gracias al esfuerzo
grupal y a medios sociales, pero superó toda expectativa cuando Time Magazine,
CNN, ABC News y el Huffington Post dieron cobertura a la iniciativa. Lo que
sucedió después fue que la campaña y sus organizadores recibieron más críticas
que apoyo. Miles de personas se molestaron y cuestionaron hasta dónde pueden
llegar a aterrorizar los fantasmas de lo “políticamente correcto”. Lo cierto es
que imágenes de esa iniciativa todavía circulan por Facebook, y que en este
Halloween no van a faltar las geishas, gitanos, indios, actores, políticos y
pordioseros de todas razas y culturas.
Mucha gente espera no ser juzgada y defiende
su derecho a disfrazarse de lo que quiere, pero a la vez critica a los que lo
critican, y se olvida que esa gente también tiene derecho a expresar su opinión
y así se forma un círculo vicioso. Mucha gente señaló que el grupo de Ohio
debió considerar también ofensivos los disfraces de “enfermeras sexis y
vagabundos blancos” porque denigran a las mujeres y a la gente blanca pobre.
Otros discutieron que deberíamos preocuparnos del sexismo y pobreza existentes
en vez de criticar frivolidades, y allí hay mucho de verdad.
Aquí por lo menos tenemos derecho a defender
lo que creemos, a criticar lo que encontramos mal, a celebrar o no fiestas. No
olvidemos eso, que por lo menos tenemos derechos, y recordemos también que se
necesita sentido común y tolerancia para todo, incluso para escoger disfraces.
Pensemos también que el momento en el que perdamos el derecho de ser ofendidos
y de ofender, va a ser el comienzo de la pérdida de todas nuestras libertades.
¿No somos acaso afortunados de elegir
celebrar o no Halloween, de comer dulces, de escoger el disfraz que vestiremos,
de tener libertad de expresión? Se nos olvida lo más importante: nosotros
tenemos la suerte de celebrar mientras muchos están en guerra, de comer dulces
mientras otros mueren de hambre, de escoger disfraces mientras muchos no tienen
con que vestirse. Nosotros tenemos la suerte de poder expresarnos sin miedo,
mientras otras personas no tienen ningún tipo de libertad, son censuradas y
viven con verdadero terror, no el “terror” de Halloween. ¡Qué lindo sería ver
campañas enfocadas en arreglar los problemas reales del mundo! Y a los medios
de comunicación cubriendo esos esfuerzos. ¿No sería eso lo “políticamente
correcto” por hacer?
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